Miles de palabras que juguetean y seducen a mi lengua.
Que crujen y se esparcen como cristales rotos en el paladar.
Cada una arrastrándose hasta la mano que gargotea histérica, a borbotones,
a impulsos, quizás.
Resultando ser manchas desacompasadas sobre algo demasiado puro, demasiado
demasiado irrompible e infranqueable.
Se hartan de si mismas. Se cansan de su musicalidad monótona.
De encontrarse en los mismos versos, en los mismos temas.
Aguantando las quejas de una niña tonta.
viernes, 30 de enero de 2009
des.boca.do
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